La astucia del Pueblo libre compensa con creces su carencia de equipo sofisticado. los tramperos del Pueblo libre siembran el campo de batalla de fastidiosos cepos e ingeniosas trampas; tretas que rara vez provocan algo más que heridos leves, pero cuya intención no es matar.

Las unidades de caballería deben andar con cuidado para que sus monturas no sufran, y la infantería avanza lentamente por temor a lo mismo. Mientras eso ocurre, los tramperos descargan una lluvia de flechas sobre esas atribuladas formaciones.